Un hombre británico, que trabajaba en una organización benéfica, se comprometió con una joven ucraniana. Pensó que estaba a punto de construir una nueva vida en Odesa, pero estaba equivocado.
El auto de James se detuvo en Villa Otrada. El hombre de 52 años había estado esperando este momento durante meses.
Estaba emocionado de ver a su prometida, Irina, esperándolo afuera del restaurante en la costa del Mar Negro de Ucrania.
Ella, 20 años más joven que él, lucía glamorosa con su cabello rubio recién salida de la peluquería.
No muy lejos estaban los que James pensó que eran los padres de Irina y 60 invitados, también vestidos de punta en blanco.
James salió del coche y la multitud que esperaba comenzó a aplaudir.
Era julio de 2017, el comienzo de un verano caluroso en Odesa y las mesas estaban puestas en la terraza de Villa Otrada con vista al mar.
Momentos después, James e Irina dijeron sus votos matrimoniales bajo una arcada de flores.
Pero lo que debería haber sido el momento perfecto estaba lejos de serlo
A medianoche, James estaba solo en el hospital, enfermo tras consumir una bebida sospechosa. Estaba casado, pero no con la mujer que amaba.
Esta es una historia sobre cómo un británico perdió la mayor parte de los ahorros de su vida, así como su dignidad. Y cómo el sistema de justicia de Ucrania se rio en su cara.
James no es su verdadero nombre.
Tal es su vergüenza que en Reino Unido no le contó a nadie su historia, ni siquiera a su familia.
La BBC verificó su relato utilizando documentos bancarios, registros oficiales, mensajes de texto y entrevistas con muchos de los involucrados..